Nuestro títulos publicados 2023

NUESTROS AUTORES Y SUS OBRAS 2023

Gloria España Chueca Solé

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Gloria España Chueca Solé, Poeta y Recitadora. Chilena Española. Nació en Los Ángeles Octava Región Chile.
Ha sido publicada en diarios y revistas de Chile, Argentina y Uruguay a partir del año 1993.
Fue premiada en “Juegos Poéticos de Invierno” SEV (Sociedad Escritores Valparaíso) 1996.
Ha participado en Encuentro Internacionales de Escritores en Chile, Argentina y Uruguay.
Perteneció a la directiva de ALIRE (Agrupación Literaria Regional) por varios períodos.
Ha participado en Centros de Cultura Alternativa, Círculo de Escritores de Viña del Mar, Talleres Literarios del poeta y profesor Osvaldo Ulloa. Mantiene hasta hoy su participación en el Grupo Literario Amistura en Valparaíso.

Su forma sensible, emotiva de manifestarse a través de la palabra, nos inunda con epítetos emocionados que se hacen presente desde la niñez hasta estos días. Se ve reflejada en su escritura, la herencia de sus padres.
Su poesía fue el camino, el remedio como catarsis de sobrevivencia; los cuales se muestran claramente en su poema “Lluvia” que le concede permiso para llorar.
“Y tú ignorante desentendida no comprendiste que mis lágrimas rodaban sigilosas solo para unirse a ti en un charco del camino”.
“No hay esquina en mis calles solo negros callejones de ausencias donde habla la desesperanza”. Aún así, Gloria España siempre está llena de risa y erotismo como su poema “Quiero algo más en la vida”.
Plena de amor y amistad sobrevive con aguerrida resiliencia en su esforzado camino de vida ya que claramente muestra que postergó el momento de presentarnos su emotivo poemario “Palabras Silenciadas”.
La poeta posee además de sus dones literarios, la simpatía gloriosa como su nombre lo dice, espontánea y leal amiga, trabajadora incansable y un encanto que subyuga. Nos muestra un camino real y al mismo tiempo etéreo.
Su poesía llega al alma de todo lector, ya que esta se sumerge en la sensibilidad humana.

Sylvia Manterola Botto

Leonor Irarrázabal

Leonor María Irarrázaval Correa nació el 15 de diciembre de 1968 en Concepción, Chile. Es de procedencia vasca, catalana e irlandesa.
Pasó su primera infancia en el fundo “Siberia”, cerca del río Laja y de la Cordillera de Los Andes, en la Región del Ñuble. A mediados de los 80, siendo adolescente, vivió en Londres durante dos años. Esta estadía en Europa y la muerte de su padre el año anterior tuvieron un importante efecto en su manera de ver la vida.
Estudió psicología en Santiago en los 90, durante el gobierno de transición a la democracia. Posteriormente, regresó a Europa para continuar su desarrollo como psicoterapeuta.
Residió en Barcelona, Cataluña, cerca de 10 años, donde realizó estudios de magíster en psicología clínica y se dedicó a la psicoterapia a tiempo completo.
Regresó a Chile para realizar estudios doctorales, obteniendo el grado de doctora en 2013. Desde entonces se dedica tanto a la psicoterapia como a la investigación. Investiga temas de salud mental y cuestiones éticas relacionadas, situada en la interdisciplinaridad entre la psicología, la filosofía y la psiquiatría, desde una aproximación fenomenológica. Recientemente realizó un postdoctorado en Heidelberg, Alemania, durante dos años, 2018 y 2019.
Aunque escribe poemas desde niña, este es su primer libro de poesía.

En las partes etéreas de mis huesos sé lo que es una poeta; le pido permiso a mis huesos –eso es el lenguaje– para compartir ese saber. La poesía es un camino; es un recorrido. Una poeta es quien se niega a desviar la mirada; una poeta es quien pone el oído al silencio. Leer la obra de Leonor Irarrázaval habla del saber en mis huesos, pero el verso de Irarrázaval también me regala una nueva comprensión de lo que es una poeta: una poeta es alguien que ve en la oscuridad. Los poemas de Irarrázaval traen “un hada sin alas” y convidan a conocer íntimamente “la desventura de la piel”, sus poemas describen objetos desde la oscuridad.
Hay soledad en estos poemas, son orgullosos y desgarradores, anhelan, se alejan y se acercan. Estos son valientes poemas de vulnerabilidad. Estos poemas rechazan lo fácil, entregan la contradicción de “la risa que te parte” pero al instante uno sabe que no hay contradicción. Está la grandeza de la vida, la muerte, la angustia y la esperanza, representadas en estas páginas, en letras minúsculas inclinadas.
“Hundirse en lo profundo es lo que hace el verano” dice Irarrázaval y tal vez, tal vez uno esté tentada a decir que no, el verano es luz y superficie y fiesta y flores silvestres, pero la poeta que ve en la oscuridad nos dice que no hay verano sin la profundidad, lo que hay debajo, enraizándose ahí en la oscuridad… no hay verano sin esa profundidad, sin todas las estaciones que vinieron antes, sin el silbido estridente del viento o la lluvia fría no puede haber verano, y la poesía de Irarrázaval es todas esas estaciones.
Pienso en “Breaths” de Birago Diop cuando leo “Forest”.
Me veo obligada a recordarme a mí misma que debo respirar cuando “Encarnación” me lanza a través del espacio, el tiempo y el esfuerzo de ser solo para llegar a un cuerpo, pero no llegar.
Ella escribe:

ha sido un viaje largo
millones de años para llegar hasta aquí

árbol, roca, luz

ha sido un viaje eterno
sin detenerme he llegado hasta aquí

flor, arena, estrella

mi sobriedad no tiene tiempo
no tiene lugar
no encuentra descanso

hoy soy alma encarnada
desapercibida
mujer

Los poemas de Irarrázaval son la oscuridad y son el sonido del fósforo al encenderse.
Bienvenida a la luz tenue. Estos poemas son satélites que orbitan sin miedo el tamborileo de nuestro pecho, registrando cada latido.
Gracias, Leonor.

Mariahadessa Ekere Tallie

Leonardo Droguett

Léonardo Droguett.
(Santiago, Chile, 1954).

Contador de profesión, aunque en su alma es un músico más acertadamente. Se desempeñó durante algunos años en la empresa Renault en el arte de los números, lugar en el cual su guitarra (fiel compañera), le fue abriendo puertas cada vez más. Cierra la puerta de Renault, y es en el año 1986, administrando un restaurante en París llamado Underground, es cuando conoce a muchos músicos chilenos exiliados o sin permiso de retorno. Más tarde, en los Alpes franceses, frontera con Ginebra Suiza, administra un hotel bar restaurante Le Latino, dando cabida a más músicos y generando lazos de música y arte. Pero el Léonardo, que hoy escribe este libro, es aquél que desde 1990 se dedica oficialmente a su pasión por la música, pasión que le es vital. Léonardo sigue con deseos de continuar escribiendo y pintando; dicho sea de paso, la ilustración de la portada de este libro es de su autoría.

En sus páginas se encuentran los vívidos relatos de aquellas vivencias personales de quien vivió en carne propia y como testigo ocular, los avatares de un periodo de la historia chilena en el antes, el durante y el después del 11 de septiembre de 1973. No lo hace desde el punto de vista de la victimización, sino, como alguien que enfrentó con valentía verdaderos dramas y lo relata con maestría y sabiamente. Hay crudeza, humor y esperanza en alguien que le dobló la mano al destino y demuestra que en la mente y en el espíritu persistente reside la fórmula para retar los desafíos.

Ya en Chile desde 2009 a 2023, año en que decide regresar a Francia en donde recide actualmente. Durante su estadía en Chile, volvió a recuperar el tiempo de ausencia. En su tierra natal, vuelca su talento en la escritura, dando cuerpo al que sería su primer libro escrito un poco antes de la pandemia, en la cual, decidió escribir su historia, la que hoy , apreciado lector, tienes en tus manos.

Léonardo sabe relatar con picardía y también con seriedad su periplo por esta vida; él es simplemente un sobreviviente, alguien que le ha puesto a su paso por este mundo, antes que todo, música y arte en dosis directa a la vena de la existencia. Este su primer libro, está escrito para sus conocidos y para los curiosos, según él, los más interesantes.

El es, como se define, un “chilo-francés” y eso significa que su arte no tiene fronteras.


Henry Chicago-Mancilla

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